Dos jóvenes entraron al laboratorio sin permiso, lo sabían es que se arriesgaban a algo más que un regaño por parte de sus ‘profes’.
En los laboratorios de colegio usualmente hay una colección de animales o partes de ellos conservadas en líquido, incluso en algunas instituciones se conservan fetos de animales.
Un par de amigos que cursaban décimo grado se interesaron por la colección que había en el laboratorio de su colegio, Alejandra y Andrés estudiaron en un pueblito cercano a Bogotá.
Ambos aprovechaban sus horas de descanso para entrar al laboratorio y analizar de cerca los restos conservados; Alejandra y Andrés sabían que entrar sin supervisión al laboratorio estaba prohibido, sin embargo, se arriesgaban a un regaño porque se sentían muy atraídos por esos frascos. lo que no sabían es que se arriesgaban a algo más que un regaño por parte de sus ‘profes’.
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Un día en sus habituales visitas al laboratorio encontraron fetos humanos conservados en los frascos, al verlos Alejandra y Andrés quedaron completamente sorprendidos y empezaron a darle vueltas al frasco para observar detalladamente los restos. Segundos después el ambiente se tensó y el olor a formol inundó el lugar, de un momento a otro, las pancartas colgadas empezaron a caer al piso, junto con las probetas que reposaban en las mesas y otros elementos del laboratorio.
El susto de los adolescentes fue tal que dejaron caer el envase con uno de los fetos, al reventarse, el líquido de conservación se regó de forma extraña, pues empezó a formarse una especie de cruz en el piso. Seguidamente Alejandra y Andrés escucharon llantos y gritos de mujeres y llanto de bebés, los dos amigos estaban como idos por todo lo que escuchaban y lo que habían visto.
Al sonar el timbre que anunciaba el final del descanso Alejandra y su amigo cerraron los ojos un par de segundos por el susto que les generó el estruendoso ruido, al volver a abrir sus ojos vieron que todo lo que se había caído retornó a su lugar.
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Ambos salieron corriendo del laboratorio sin percatarse que lo único que no volvió a su lugar era el feto conservado que aun permanecía en el piso.
Alejandra y Andrés semanas después se enteraron que esos fetos humanos fueron abortados dentro de su colegio, pues años atrás funcionaba como un internado y las niñas que quedaban en embarazo eran obligadas a abortar con métodos rústicos y arcaicos.
Muchas de las niñas murieron por los procedimientos a los que fueron sometidas y son sus almas las que se enfurecen cuándo alguien encuentra los fetos de sus hijos.