Una joven profesora nunca imaginó que sufriría la peor experiencia de su vida al preparar una excursión, jamás volvió a ser la misma.
Hace mucho tiempo en un pueblito de Asturias, la única escuela que había se posicionaba como una de las mejores de toda la cuenca.
Un día normal de clases, un grupo de alumnos realizaba manualidades con su profesora; los pequeños de 8 o 9 años, irían a una excursión el día siguiente, así que su joven profesora decidió poner la radio para escuchar el reporte el tiempo y prepararse.
A la mitad del reporte una gruesa voz interrumpió la transmisión y comunicó una terrible noticia.
“Se ha escapado un peligroso asesino de la cárcel del pueblo, por favor, les rogamos que cierren herméticamente puertas y ventanas hasta que sea detenido. Gracias”.
Los pequeños se asustaron y con toda la razón, pues tenían conocimiento de que la cárcel quedaba muy cerca de su colegio. La profesora empezó a contar historias para que los niños se calmaran y olvidaran por un momento la noticia.
En medio de eso a una de las niñas del salón le dieron muchas ganas de ir al baño y la profesora que apenas llevaba un mes ejerciendo y con la terrible noticia de la radio no sabía si dejarla ir, al final, ante tanta insistencia, la maestra decidió que sí podía ir al baño.
Sin embargo, para prevenir la maestra y la pequeña acordaron una contraseña para saber que quien solicitaba entrar de nuevo al salón era la niña y no el temido asesino.
Al llegar de nuevo la pequeña tenía que golpear tres veces la puerta y arañarla dos veces; con esto en mente la niña se fue al baño, pero nunca volvió.
El fugitivo se había escondido en uno de los baños y la obligó a que le dijera la señal y enseguida le corto la cabeza a la pequeña.
Como pasaron 20 minutos y la niña no regresaba la maestra se preocupó, pero enseguida la contraseña sonó en la puerta; al abrir la puerta encontró el cuerpo decapitado de la niña.
El asesino entró al salón de clases y entre gritos acabó con todos los niños, la profesora sobrevivió al saltar por una ventana. Hoy en día la joven maestra se encuentra en un psiquiátrico repitiendo una y otra vez “tres golpes, dos arañasos”.
La escuela por poco es derrumbada, pero la dejaron tal cual quedó ese día, ahora dice que si entras en el baño se puede ver la cabeza de la niña que te observa y en las clases chorrea sangre por las paredes.