La figura del vampiro ha cautivado la imaginación humana durante siglos. Aunque su imagen más icónica está ligada a Transilvania.
Como es costumbre, ‘El Cartel Paranormal de La Mega’ dirigido por Daniel Trespalacios, abre un espacio todas las noches para que los oyentes compartan sus tenebrosas historias. Algunos han llamado para manifestar molestias de fantasmas e incluso posesiones.
En esta ocasión, el invitado Esteban Cruz Niño afirmó que los vampiros existen y que, además, hubo hace muchos años rondando la ciudad de Bucaramanga, siendo uno de “los casos más horrendos del país”, según sus propias palabras.
Esteban se remontó a los años 50, cuando ocurrieron una serie de crímenes horribles en la capital de Santander. Durante esa época, menores desaparecían y luego eran encontrados sin vida, con inscripciones como “Vampiro bis 110” o “Pedro vampiro 88” grabadas en sus cuerpos a través de cortes realizados por los asesinos.
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Cruz explicó que hasta el día de hoy no se ha descifrado el significado de esos números. Muchos especulan que podrían indicar el número de víctimas que el asesino había acumulado. Según se cuenta, la policía logró capturar al culpable de estos crímenes en ‘La avenida La Rosita’, motivo por el cual fue apodado ‘El vampiro de La Rosita’.
El culpable era un hombre llamado Pedro Vicente Acosta, quien fue arrestado en 1955 y confesó ser responsable de estos atroces actos. Según Esteban, cuando las autoridades inspeccionaron la casa donde vivía Pedro, encontraron un montón de pantalones manchados con fluidos rojos, armas por todas partes y una gran cantidad de dulces.
A pesar de su confesión, nunca se supo verdaderamente cuántos crímenes cometió ni por qué marcaba a sus víctimas. Además, este hombre confesó que bebía la sangre de las personas a las que les quitaba la vida. Después de su arresto, Pedro fue trasladado a Bogotá, donde terminó en un hospital psiquiátrico.
Cruz Niño concluye que todo fue muy extraño, ya que quedaron muchas cosas sin resolver. Sin embargo, enfatiza que los números grabados en los cuerpos podrían haber sido un conteo de las víctimas, y subraya que en esa época nadie se preocupaba por estudiar a los criminales para entender qué los llevó a cometer tales aberraciones.
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Los habitantes de la zona decían que este hombre misterioso salía por las noches con una capa y que atrapaba a sus víctimas con sus encantos y engaños, llevándolas luego a su habitación.
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La figura del vampiro, inmortal y sediento de sangre, ha cautivado la imaginación humana durante siglos. Aunque su imagen más icónica está ligada a Transilvania gracias a Bram Stoker, sus raíces son mucho más antiguas y diversas.
Las primeras leyendas de seres que se alimentaban de la sangre de otros surgieron en antiguas civilizaciones como la mesopotámica y la egipcia. Estas criaturas eran vistas como demonios o espíritus malignos. Con el paso del tiempo, estas creencias se fusionaron con mitos eslavos y balcánicos, dando lugar a los vampiros que conocemos hoy.
La figura de ‘Vlad Tepes’, el príncipe de Valaquia, conocido como ‘Vlad el Empalador’, inspiró muchas de las características asociadas a los vampiros en la cultura popular. Sin embargo, es importante recordar que la figura del vampiro es un constructo cultural que ha evolucionado a lo largo de la historia, adaptándose a las creencias y miedos de cada época.