“Al menos yo no lo muestro gratis”, menciona Andrea Valdiri.
Los debates sobre la representación, el feminismo y la doble moral son moneda corriente. Recientemente, la reconocida personalidad colombiana Andrea Valdiri se ha convertido en el centro de atención debido a su respuesta a las críticas recibidas por su trabajo como modelo para un concesionario, a través de sus historias en Instagram.
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Valdiri, conocida por su carisma y transparencia en las redes sociales, no se ha quedado callada ante los comentarios que insinúan que su método de trabajo es anticuado y se basa en mostrar su cuerpo para obtener éxito en su carrera. "Está pasada de moda, tiene que mostrar el c** para vender", es uno de los comentarios que han suscitado su reacción.
En un alarde de franqueza, Valdiri ha expresado su frustración ante la doble moral de la sociedad. La modelo ha cuestionado por qué, si según algunos está obsoleta en su enfoque, ha recibido una compensación de 120 millones de pesos colombianos por su trabajo. "Si tan anticuada estoy, ¿por qué me pagan esa cantidad?", expresó Valdiri.
De manera desafiante, ha señalado la hipocresía de aquellos que critican su método de trabajo, mientras al mismo tiempo consumen y apoyan a marcas que utilizan modelos escasamente vestidas para promocionar productos. Valdiri plantea una reflexión profunda sobre la aceptación selectiva de la sexualización en la industria y la cultura moderna.
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Con ironía, la influencer señaló una diferencia crucial entre ella y otras personas que muestran sus cuerpos en las redes sociales: Andrea Valdiri cobra por su trabajo como modelo. Esta observación cuestiona la gratuidad con la que muchos exponen su cuerpo en plataformas digitales sin recibir una compensación.
Su postura desafía los estereotipos y las expectativas impuestas sobre las mujeres en la industria del entretenimiento y la moda. Valdiri no solo confronta las críticas recibidas, sino que también abre un diálogo sobre la necesidad de reconocer el valor del trabajo de los modelos y la importancia de erradicar la doble moral que rodea el uso de la sensualidad en la industria.