Sumérgete en la exposición indígena que revive la esencia del Valle de Sibundoy.
"Samay" es una palabra quechua que significa "suspiro" o "soplo de vida". Con esa energía ancestral, el Centro Colombo Americano de Bogotá, en alianza con la Fundación Nancy Kotal de Cortés, presenta la exposición Samay, soplo de aliento, que reúne a once artistas indígenas de las comunidades Inga y Kamëntsá del Valle de Sibundoy, Putumayo. Esta muestra, que está abierta del 26 de septiembre al 9 de noviembre, es una celebración de la identidad cultural, los saberes ancestrales y el respeto profundo por la naturaleza de estas comunidades.
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Samay, soplo de aliento cuenta con la participación de once artistas, entre los que se destacan Gerardo Chasoy, Luis Eduardo Jajoy, Luar Guerrero y Eliana Muchachasoy. Cada uno de ellos, con estilos y técnicas diversas, refleja la riqueza cultural de sus comunidades y territorios. Lo interesante es que la mayoría de estos artistas son jóvenes que, tras su formación universitaria, han regresado al Valle de Sibundoy para continuar creando desde su arraigo y conexión con la tierra.
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Gerardo Chasoy, por ejemplo, fusiona el pasado y el presente a través de la pintura, escultura y producción audiovisual, mientras que Luis Eduardo Jajoy mezcla arte visionario y realismo inspirado en la medicina tradicional indígena. Luar Guerrero, por su parte, une su identidad Kamëntsá con su amor por la diversidad ambiental del piedemonte andino-amazónico.
A comienzos de 2024, la curadora e investigadora Paola Camargo emprendió un viaje al Valle de Sibundoy para conocer de primera mano a los artistas y su entorno. "La geografía del lugar es increíble, es como si la Amazonía comenzara ahí. Sus habitantes son sabedores de medicinas ancestrales como el yagé y el rapé", explica Camargo. Esta conexión entre naturaleza, tradición y arte es uno de los pilares de la exposición.
La curaduría también pone el foco en el diálogo intergeneracional. Acompañando a los jóvenes creadores, artistas de mayor trayectoria, como Marcelino Chasoy Juajibioy y Benjamín Jacanamijoy, presentan obras que reflejan la tradición, pero también la evolución de sus oficios a lo largo del tiempo.
Desde el tallado en madera hasta la serigrafía, la ilustración y la pintura, los artistas de Samay nos ofrecen una variedad de técnicas que muestran cómo el arte y la artesanía no están separados en estas comunidades, sino que son parte de un mismo proceso creativo. Los temas van desde la cosmovisión indígena, pasando por la relación entre el ser humano y la naturaleza, hasta la preservación de saberes ancestrales.
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El trabajo de artistas como Eliana Muchachasoy y Sebastián Paz Coral refleja la importancia de las plantas medicinales y los rituales indígenas. Muchachasoy, además de artista, es cantautora y gestora cultural, y sus creaciones están impregnadas de los colores y las danzas que su comunidad utiliza para mantener vivas sus tradiciones. Paz Coral, por su parte, investiga la relación entre las matemáticas, la geometría y el arte, basándose en los símbolos y relatos de los pueblos Inga y Kamëntsá.
Más allá de la apreciación estética, Samay, soplo de aliento tiene un propósito claro: visibilizar el talento de estos artistas y democratizar el acceso al arte indígena. "Es fundamental descentralizar el arte, llevarlo más allá de los grandes centros urbanos y darle el espacio que merece a los creadores indígenas", afirma Maricela Vélez, directora cultural del Centro Colombo Americano.
La exposición no solo busca promover el arte, sino también abrir conversaciones sobre equidad de género, medio ambiente y paz. Estos son temas centrales en las curadurías que el Colombo Americano ha realizado en 2024, siguiendo los lineamientos del Departamento de Estado de los EE. UU. para los American Spaces, una red de más de 600 centros en todo el mundo que promueven la interacción cultural.
Esta exposición es una invitación a sumergirse en el mundo del arte indígena, a reconocer la diversidad cultural de Colombia y a valorar la sabiduría ancestral que aún se mantiene viva en el Valle de Sibundoy. Samay no es solo una muestra de obras; es un encuentro con las raíces de los pueblos Inga y Kamëntsá, una oportunidad para apreciar cómo el arte se convierte en un puente entre el pasado y el presente, entre lo ancestral y lo contemporáneo.
Si te interesa el arte que respira naturaleza, tradición y espiritualidad, Samay, soplo de aliento es una parada obligada en Bogotá.
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